Diario de la ciudad de Manuel Alberti (8-5-25) www.manuelalberti.com.ar Ciudad del Vaticano. La historia de la Iglesia Católica sumó este jueves un nuevo capítulo con la elección de León XIV, el primer papa nacido en Estados Unidos, quien sucede a Francisco tras su fallecimiento el pasado 21 de abril. Con raíces misioneras en América Latina y una mirada pastoral cercana a los pueblos, León XIV promete continuar el camino de apertura, diálogo y compromiso social que marcó el pontificado de su predecesor.
El nuevo papa, cuyo nombre de nacimiento es Robert Francis Prevost, nació en Chicago en 1955 y es miembro de la Orden de San Agustín. Fue misionero en Perú durante más de 30 años, donde ejerció como obispo de Chiclayo, y desde 2023 se desempeñaba como prefecto del Dicasterio para los Obispos, uno de los organismos clave del Vaticano. En su primera aparición pública en el balcón de la Basílica de San Pedro, León XIV saludó a la multitud congregada con un tono sereno, y con palabras cargadas de simbolismo: “Vengo con un corazón latinoamericano, formado en la periferia, para servir a una Iglesia que escuche, acompañe y abrace”.
En sus primeras palabras como pontífice, León XIV rindió un emotivo homenaje al papa Francisco, a quien definió como “un pastor valiente y tierno, que nos enseñó que la misericordia está en el centro del Evangelio”. Jorge Mario Bergoglio, el primer papa argentino y latinoamericano, fue una figura transformadora en la Iglesia. Su elección en 2013 marcó un antes y un después, no solo en Roma, sino también en su tierra natal.
Uno de los momentos más recordados en Argentina de aquella jornada fue el anuncio en vivo que realizó el historiador y sanmartiniano José Cuello, quien en plena transmisión radial desde Manuel Alberti y por FM Santa María 90.3 , fue el primero en interpretar correctamente el nombre de “Bergoglio” cuando fue pronunciado por el cardenal protodiácono. Mientras los medios internacionales vacilaban, Cuello, con conocimiento preciso y emoción contenida, confirmó para la audiencia local que el nuevo papa era argentino. Su reacción, cargada de emoción patriótica, fue vista como un símbolo del impacto inmediato que esa elección causó en el país.
Desde entonces, José Cuello ha seguido de cerca la vida y el legado de Francisco a tal punto que para el 60° aniversario de la localidad de Manuel Alberti, su tierra natal, había preparado la sorpresa de llevar a vendecir al Vaticano la bandera creada junto a escuelas y vecinos en pandemia.
Cuello, pese a no haberlo logrado por el fallecimiento de Papa Francisco, ahora también celebra la elección de León XIV como una continuidad del espíritu latinoamericano en el corazón de Roma.
León XIV, al igual que Francisco, tiene una conexión profunda con América Latina. Su experiencia pastoral en el norte peruano lo sensibilizó con los problemas del continente: la pobreza estructural, la desigualdad, la violencia, y la búsqueda de justicia de los pueblos originarios. Su paso por Chiclayo lo marcó para siempre y en su primer mensaje como papa, saludó en español a esa diócesis que lo vio crecer como pastor.
En relación a la Argentina, fuentes vaticanas indicaron que el nuevo papa mantiene vínculos estrechos con obispos y referentes sociales argentinos, particularmente con organizaciones que trabajan en villas y barrios populares. Se espera que en su pontificado se profundicen los lazos entre Roma y Buenos Aires, y que eventualmente se concrete una visita que Francisco no pudo realizar.
León XIV ha declarado en ocasiones anteriores su admiración por la figura de Bergoglio, no sólo por su carisma, sino por su capacidad de “desestructurar la rigidez para dar paso a la humanidad del Evangelio”. Esta línea pastoral parece continuar con fuerza, aunque León XIV también mostró en su primera aparición signos de equilibrio: recuperó ciertos símbolos de la liturgia tradicional —como la muceta y la estola bordada— que Francisco había descartado, sugiriendo un estilo que conjuga renovación con respeto por las formas históricas.
Si bien es pronto para definir el perfil completo de León XIV, varios analistas vaticanos coinciden en que su elección representa una voluntad de síntesis: continuar con el impulso pastoral y social de Francisco, pero con una estructura curial más ordenada y tradicional. Su formación norteamericana y su trabajo diplomático dentro del Vaticano sugieren también una mayor atención a la administración eclesiástica global.
León XIV hereda una Iglesia atravesada por tensiones internas, polarizaciones ideológicas y desafíos sociales urgentes: la crisis climática, la migración forzada, la pobreza extrema, y el desencanto de nuevas generaciones frente a las instituciones religiosas. A estos retos, el nuevo papa deberá sumarle la tarea de renovar el lenguaje de la fe en un mundo cada vez más secular y digital.
En América Latina, su elección ha sido celebrada como un gesto de continuidad con un modelo de Iglesia cercana al pueblo. En Argentina, muchas voces destacaron su historia en el continente y su conocimiento profundo de la región.
“Hoy ha sido elegido alguien que conoce el barro de nuestro continente. No es un outsider. Es uno de los nuestros”, señaló un sacerdote del Conurbano bonaerense, que trabajó junto a Prevost en encuentros pastorales hace dos décadas.
Con la elección de León XIV, la Iglesia Católica inicia una nueva etapa marcada por la esperanza, el compromiso con los pobres y la memoria viva del papa Francisco. El mundo mira al Vaticano con atención: no sólo por lo que ocurre dentro de sus muros, sino por lo que sus decisiones inspiran más allá.
El nuevo pontífice ha prometido caminar con los que sufren, escuchar más que imponer, y continuar la senda de una Iglesia “sinodal, misionera y servidora”. Un mensaje que resuena con fuerza, especialmente en una América Latina que sigue buscando justicia, paz y dignidad.